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Beatriz llegó a Kenia como parte de un voluntariado en una ONG como una espinita que tenía que llevar a cabo, pero no como unas vacaciones de 15 días. Ella quería involucrarse en el proyecto y que fuera una estancia más larga. Así que dejó su trabajo en una multinacional en España y se fue a Kenia, y lo que tenían que ser unos meses se han convertido en cuatro años y medio que siguen contando días y experiencias.
Pero volvamos atrás… Beatriz, una asturiana, ya había estado trabajando en el extranjero anteriormente, tanto en Vietnam como en Perú, pero sin tener nada que ver con el tercer sector. En su cabeza estaba Kenia y Tanzania como un pensamiento constante para llevar a cabo algún voluntariado y, después de meses buscando el proyecto que le encajase con lo que ella podía aportar, llegó a Kenia y se quedó.
Después de los meses del voluntariado donde conoció a su actual marido, Raffy, decidió quedarse porque había encontrado su lugar. Las vueltas de la vida. Tras encontrar un trabajo estable en una escuela internacional y disponer de una situación acomodada en un país con tantas necesidades, decidió con Raffy empezar a buscar un proyecto donde pudieran ofrecer un impacto real en las vidas de las personas, pero no todo valía. Una de las premisas es que significara un cambio real, ya que existen muchas ONGs y proyectos en el país, pero sigue sin haber un cambio en la vida de las personas y sigue habiendo muchas necesidades. Otra es que fuese un proyecto local liderado por locales: ellos mismos tienen que decidir qué quieren cambiar y cómo quieren hacerlo.
Después de estar varias semanas paseando por los barrios más marginales de Nairobi, encontraron una escuela que a la vez era un refugio para niños que habían sufrido maltrato o vivían en situaciones no aptas. Empezaron ofreciendo tiempo, organizando actividades con los niños. Su primera intervención fue ofrecer compresas de tela, compradas a una organización de mujeres que las tejen ellas mismas en la misma ciudad, a las niñas y maestras de la escuela. Los productos de higiene femenina tienen un precio que muchas familias no pueden permitirse. Esto hace que muchísimas veces las niñas falten a clases esos días del mes, o que vivan situaciones embarazosas delante de sus compañeros, quedando señaladas para siempre.
La escuela donde colaboraban tenía unas condiciones muy deplorables e incluso, los maestros no tenían libros. Con la llegada de la pandemia, además, se cancelaron las clases. La pandemia fue desastrosa económicamente y afectó mucho a la situación, ya de por sí, precaria. Así es cómo empezó su primera campaña de captación de fondos: pidiendo a los seguidores de sus redes sociales de su compañía de turismo, dinero para comprar jabones y alimentos para las familias necesitadas. Con esos fondos, ellos mismos iban al supermercado, compraban la comida y la repartían entre las familias más necesitadas.
Pero en septiembre, después de tanto tiempo con la situación económica difícil, la escuela tuvo que cerrar definitivamente porque no podía seguir pagando el alquiler, y los niños tuvieron que volver a sus hogares. Y así empezaron su proyecto de crowfounding para construir una nueva escuela. Y lo consiguieron en tan solo un mes. Con esas aportaciones iniciales consiguieron el nuevo terreno, construir las clases con contenedores marítimos (para poder aprovecharlos en el caso que se tuvieran que volver a mudar) y pagar el sueldo de los 3 profesores necesarios. Con ayuda de toda la comunidad, adecentaron el terreno, lo vallaron y ofrecieron un patio de juego seguro. Y aunque quedan cosas por hacer, el camino ya ha empezado.
Los siguientes pasos son terminar la construcción de toda la escuela, que sea totalmente autogestionada por el equipo docente y que la escuela sea autosostenible económicamente con las tasas de los niños. Toda la educación en Kenia es privada, por lo que es importante que los padres se involucren en la gestión económica para poder pagar las tasas escolares de sus hijos y vean la educación como una prioridad en la familia y en la comunidad. Eso no quita, que Kitambo na Wewe no apoye algunos chicos y chicas en su etapa de educación secundaria para que puedan seguir sus estudios.
El futuro de la ONG siempre estará ligado a proyectos educativos infantiles. Creen que la educación es la vía para mejorar las vidas y que el hecho que sean los niños los que reciben esa colaboración hace que ellos mismos repliquen esos procesos de ayuda comunitaria cuando sean mayores. Seguiremos de cerca los pasos de esta joven ONG y todo lo que consigue con los Teamers.
Si quieres unirte al Grupo Teaming y ayudar a acabar la escuela para que más niños y niñas puedan disfrutar de la educación, aquí tienes el enlace.
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